Escribir por escribir

Hasta el siglo pasado se decía que para dejar un legado al mundo, es decir ser exitoso, se debía a lo largo de la vida: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Cuando hemos entrado a un nuevo siglo con un avance vertiginoso en lo que se refiere a tecnología y comunicación, donde todos estamos a un “click” de distancia y sintiéndonos empoderados para compartir nuestras experiencias vitales al mundo, lo de escribir libros se ha vuelto un ejercicio tan común y erróneamente percibido como fácil.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), organismo que monitorea la producción literaria alrededor del mundo, anualmente se publica más de dos millones de libros. Sí, la cifra es impactante. Tomando en cuenta que las publicaciones ya no solo se hacen de la forma tradicional, sino también de forma electrónica, la autopublicación antes altamente costoso, se ha vuelto fácil y accesible, aumentando el volumen de libros que aparecen cada año en el mundo. Los países que encabezan la producción literaria son China, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia e India, tal como se han enumerado va la lista de importancia. China, siendo el primero, supera los 400 mil. En Latinoamérica, Argentina y Brasil son los países de mayor generación de libros, alcanzando el primero más o menos 28 mil títulos al año.

Descubrir de toda esta ingente cantidad de libros que aparecen anualmente cuáles alcanzan verdaderamente un reconocimiento significativo es otra cosa. Como ya he dicho, la autopublicación ha cobrado relevancia y no precisamente positiva, porque publicar un libro no es tan fácil como inventarse un título y escribir, escribir y escribir. No es solo llenar hojas con pensamientos, experiencias personales o conocimiento adquiridos. Antes cuando la comunicación era limitada y los conocimientos estaban restringidos a unos pocos, los temas válidos para escribir un libro y que tuviera relevancia en el entorno, eran considerables; y como para su publicación se pasaba por muchos filtros, inclusive de carácter religioso, esto a la larga permitió una producción literaria de calidad.

Hoy en día, en la sociedad del inmediatismo, se cree que colgar cualquier escrito en internet, con cualquiera de las temáticas de moda, es suficiente para volverse famoso, un líder de opinión y por supuesto ganar dinero. No señores, se necesita mucho más. Se necesita que el tema sea valioso, distinto, que aporte de alguna manera a la sociedad porque para generalidades está el internet, donde se puede leer de todo. Después, la escritura no es solo un ejercicio de plasmar las ideas en palabras; es una constante investigación, un uso exacto de la lengua para poder transmitir lo que realmente queremos decir y por supuesto para atraer a los lectores potenciales.

Se equivocan si después de escribir piensan que ya pueden colgarlo en la red. No, se necesita un lector editorial que lo evalúe, sin pasiones, que diga si es un libro que vale la pena presentar o no. Luego se necesita que pase por un corrector de textos que ayude a afinar la estructura y a conseguir un producto de calidad. Finalmente es necesario conseguir la estética acertada; hoy que es tan importante la imagen, recibir el apoyo de un diseñador que le de personalidad al libro es vital, para así cerrar un círculo que en el mejor de los casos nos permitirá tener algún reconocimiento.

No, no quiero que se desanimen, lo único que quiero es que tomen en serio ese propósito de nuevo año de “escribir un libro” porque así como un hijo, un libro es una extensión de su autor, es una forma de presentarse al mundo literalmente. ¿Cómo empezar? Primero no se apuren, LEAN...y mucho, es el primer paso de cualquier escritor exitoso, porque la lectura provee la mayoría de las herramientas necesarias para escribir de forma aceptable. Luego, una vez que esté producido el contenido, los demás pasos son un ejercicio de reconocimiento de que un trabajo de equipo siempre provee mejores resultados; por supuesto, si lo que quieren es dejar algo de valor, un legado. Insisto, empiecen leyendo porque sus beneficios son infinitos...¿cuáles? Ese será tema de otro momento.

Autor: Irene González
Publicado originalmente en: www.SinergiaLiteraria.wordpress.com

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